lunes, 5 de marzo de 2018

La dictadura de los eco-funcionarios y sus ONG´s

Luís I. Gómez analiza la dictadura de los "ecologistas funcionarios" y sus ONG´s. 

Artículo de Desde el Exilio: 
No creo que encuentren hoy en día ningún investigador que alegue seriamente que existe algo así como un equilibrio en la naturaleza. Lo que la ciencia nos dice es que la evolución está progresando a través -y gracias- a los desequilibrios extremos. Sin embargo, en cuanto salimos del ámbito científico y nos adentramos en el de las nuevas creencias, los conceptos como el de “equilibrio natural”, o el de “equilibrio” a secas, aparecen en todos los sermones. Por otro lado, la preferencia ecologista por el campesino rural, en contraste con la – podrida, dicen ellos- cultura industrial, es incompatible con los supuestos principios de conservación del “equilibrio natural”. Considerada con seriedad, la economía primaria, también llamada de subsistencia,  ejerce una influencia mucho más poderosa sobre paisajes, plantas y animales que cualquier planta de energía nuclear o fábrica de automóviles. Las prácticas arcaicas como la tala y quema de bosques, la transformación de éstos en tierras de cultivo,  han cambiado la naturaleza del planeta mucho más que la tecnología moderna, tan sospechosa para los ecologistas.
El ecologismo se ha apoderado de la ecología y se ha convertido en un modelo de vida similar a una religión, que nos dicta qué hacer y qué no hacer, generando una moral basada en deseos pero carente de toda base real.
Y es en esa neo-moral, neo-religión, donde encontramos el campo de acción político de los eco-funcionarios y el social de las organizaciones no gubernamentales (ONG). Su ortodoxia es eminentemente dogmática: no toleran ninguna duda sobre la salvación a través de la “sostenibilidad” (un concepto, por cierto, que no han entendido) o la certeza de que está llegando la “catástrofe climática”. Al Gore escribe en “Paths To Balance” (1992): “La negación es la estrategia de aquellos que desean creer que pueden continuar su vida viciosa sin malos efectos sobre sí mismos y sobre los demás”. El oponente político/religioso solo puede ser considerado como un enfermo. Peor: es un factor patológico a erradicar.
Patrick Moore, quien durante muchos años fuera presidente de Greenpeace y actualmente es uno de sus más prominentes disidentes decía en una entrevista:
Greenpeace lanzó una campaña contra el pragmatismo y los compromisos en Canadá. Había llegado la hora de los ideólogos, y quienes se desviasen ligeramente de la línea ortodoxa, serían a partir de ese momento calificados de traidores. Y de repente yo también era uno. Algunos de mis viejos amigos me llamaron ‘Eco-Judas’ y me dijeron que me habían comprado. Es terrible que Greenpeace haya abandonado la lógica y la ciencia. Cada vez más, las campañas se llevan a cabo con apelaciones emocionales, alarmismo, desinformación y trucos sucios “.
La inmunización contra las críticas, especialmente si provienen de dentro de sus propias filas, es uno de los patrones totalitarios que ha adoptado el movimiento verde. El pensamiento grupal gira en torno a categorías como “lealtad” y “traición”. Dudar únicamente sirve al enemigo. Las campañas de concienciación con carga moral no toleran ninguna contradicción. Ni siquiera matices.
Y es así que el ecologismo actual únicamente considera a los humanos solo como consumidores y culpables, nunca como solucionadores de problemas y creadores. Desde esa perspectiva, el hombre a menudo es incluso despreciado como el “cáncer del planeta”. La tecnología ya no se considera una solución a los problemas, sino que es principalmente su causa. El desarrollo técnico y económico supuestamente cada vez más rápido y dañino para el “equilibrio” debe reducirse, incluso detenerse. El mercado libre y sus actores son únicamente depredadores y a menudo y sus acciones atentan  contra el bien común. Y esta forma de pensar, ojo, se inventa como única posible, sin alternativas.
Amonestaciones y advertencias, moralizar y boicotear, prevenir y demonizar se han convertido desde hace tiempo en factores económicos importantes. Los escándalos ambientales reales o imaginados agitan los precios de las bolsas de valores, el temor a las catástrofes eleva las primas de los seguros y sirve como coartada de bienvenida para los nuevos impuestos y las cargas sobre los ciudadanos. Palabras clave como “principio de precaución” o “sostenibilidad” se utilizan (erróneamente) cada vez más para anular el mercado libre mediante nuevas regulaciones gubernamentales. Los medios, la política, las asociaciones y las ONG’s se han convertido en actores de un negocio multimillonario fundamentado en el fomento del miedo. Escondidos tras la máscara de la defensa del bien común, son apenas herramientas de diversos intereses particulares. Millones de creadores de opinión y expertos, investigadores e inspectores, funcionarios y burócratas ahora viven en este sistema. Las ONG’s se han convertido en el octavo sector económico más grande del mundo.
Y lo más interesante del asunto: nadie los ha elegido, no tienen a nadie ante quien deban responder de sus actos seriamente. Cambian de Greenpeace a la OMS, de la WWF a “Amigos de la Tierra”  y viceversa. Y no, no “viven” de las donaciones de sus socios, viven fundamentalmente las subvenciones de los estados… es decir, del dinero de todos. Son, no una clase que apoya o complementa al estado, sino una patrocinada por él.

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