martes, 14 de marzo de 2017

Una perversa ley de ‘violencia de género’

Carlos Aurelio Caldito analiza la perversa ley de "violencia de género", y sus perversos efectos. 


Artículo de El Libre Pensador:

Hace aproximadamente un mes que se cumplió el triste aniversario, el undécimo, de la aprobación por parte del Congreso de los Diputados de España de la ley más perversa de las que han sido ideadas por parte del poder ejecutivo, y respaldada por el legislativo, y posteriormente por el Tribunal Constitucional; perversa por sus objetivos (nunca escondidos, y casi por completo desconocidos para la generalidad de la gente) y perversa por sus terribles consecuencias.

Me refiero a la denominada “ley de violencia de género” –LVIOGEN- de 28 de diciembre de 2004, día de los Santos Inocentes.
ideología de género
Foto: ifvmes.wordpress.com
Semejante engendro legislativo, aprobado por la totalidad de los grupos con representación entonces en las Cortes Españolas, privó a la mitad de la población del derecho constitucional a la presunción de inocencia, privó a los ciudadanos de sexo masculino del derecho constitucional a un juicio justo, con plenas garantías legales, en tribunales ordinarios (mediante la LVIOGEN se crearon tribunales de excepción para juzgar exclusivamente a hombres, a los cuales se castiga más severamente que a las mujeres en caso de cometer el mismo ilícito penal).
La ley de “violencia de género” privó, también, a los varones españoles del derecho a no ser detenidos ilegalmente, los privó del derecho constitucional al recurso de habeas corpus.
Y lo más grave, que el común de los mortales suele ignorar, hasta que lo sufre, es que la perversa “lviogen” considera delito (si el autor es un hombre) una simple discusión en la que se produzcan insultos, sea cual sea, o una simple amenaza, o proferir una simple grosería, de las muchas que se oyen por doquier en la vida diaria, desde una disputa entre conductores, hasta un partido de fútbol, o en el patio de recreo de cualquier centro de estudios, por poner algunos ejemplos…
Sí, cualquier cosa entre hombre y mujer se considera “violencia de género” y por tanto castigable -insisto, si proviene de un hombre– y además, dado que la Jurisprudencia del Tribunal Supremo así lo afirma, con el aval del Tribunal Constitucional, basta con la versión de la mujer supuestamente maltratada como única prueba, para condenar al hombre supuesto victimario…
Por tales motivos se imponen (a los hombres) órdenes de alejamiento, que son de un solo sentido, no son recíprocas; órdenes que generalmente violan las mujeres, supuestamente en situación de riesgo, para así hacer que el hombre sea acusado de quebrantamiento de condena y así ser obligado a ingresar en prisión…
Como consecuencia de todo lo que vengo narrando, más del 15 por ciento de la población masculina reclusa en España ha sido privada de libertad por denuncias de “violencia de género”, presentadas por mujeres que generalmente están inmersas en procesos de ruptura matrimonial, convenientemente aconsejadas por sus letrados, para así conseguir ventajas procesales en los pleitos de divorcio, por la custodia de los menores y por la liquidación del régimen económico de gananciales…

Casi el 80% de los hombres denunciados por “violencia de género” acaban siendo absueltos, o declarados inocentes después de pasar por todo un calvario judicial.

Como consecuencia de todo ello acaban siendo criminalizados y casi con total seguridad habrán perdido el derecho a ver a sus hijos durante todo el tiempo que haya durado el proceso. Del veintitantos por ciento que son condenados más de la mitad lo son mediante “sentencias de conformidad”, es decir, aceptan declararse culpables aunque muchísimos de ellos sean inocentes, víctimas de denuncias falsas, mediante coacciones y amenazas de la fiscalía y del abogado del turno de oficio ‘de género’.

Los abogados del turno de oficio ‘de género’ les recomiendan a sus clientes que se declaren culpables, pues de ese modo ‘solo’ los condenarán, como mucho, a 24 meses de prisión y el pago de una indemnización y las costas.

También les dirán que de esa manera se librarán de ir a prisión, si es que carecen de antecedentes penales. Por supuesto, también añadirán que, digan lo que digan, serán declarados culpables y que están condenados anticipadamente, así que “mejor firmar la sentencia de conformidad”.

Si el hombre víctima de denuncia falsa insiste en que es inocente, su abogado del turno de oficio ‘de género’ le insistirá que corre el riesgo de ser condenado más duramente si persiste en seguir defendiendo su inocencia, y por lo tanto, nadie lo librará del ingreso en prisión.

De todo ello lo informarán en el calabozo del juzgado minutos antes del “juicio rápido”.
Si el hombre víctima de denuncia falsa insiste en que es inocente, le será impuesta una orden de alejamiento –incluso en situaciones que la cosa se sale de ojo- y quedará pendiente de juicio. Lo normal es que durante meses y meses de espera para que se “celebre” el juicio definitivo, y después de haberle dicho su abogado que estuviera tranquilo, que la denuncia es una tontería, eso lo van a archivar, no hace falta investigar nada, no hace falta aportar pruebas de nada”, etc. acabe también encontrándose con la recomendación de su abogado de que firme una sentencia de conformidad, con el pretexto de que de nada servirá que insista en que es inocente…
Al “forzar” las sentencias por conformidad, es decir, conseguir que el hombre inocente se acabe declarando culpable, se aseguran de que en el futuro el hombre víctima de denuncia falsa no pueda pedir la revisión del caso, incluso en el supuesto de que aparezcan nuevas pruebas que demuestren su inocencia.
Ni que decir tiene que ciertas abogadas se dan de tortas por “defender” a hombres acusados falsamente, para conseguir que “pierdan” el caso de esta forma.
Una vez en prisión, la vida de un hombre inocente condenado por una denuncia falsa de “violencia de género” se convierte en un infierno psicológico.
Un ‘comisariado político de género’ ofrece a los condenados que se declararon inocentes la oportunidad de reducir sus condenas a cambio de firmar un documento en el que se declaren culpables y acepten participar en un “cursillo de rehabilitación de maltratadores”.
El “cursillo” se imparte en la propia prisión y con ello consiguen pingües beneficios las mismas abogadas y psicólogas que recomiendan a sus clientas que denuncien a sus esposos, novios, compañeros… y que redactan denuncias falsas de pedofilia, abusos a menores, contra padres de familia inocentes inmersos en procesos de divorcio.
Y ahora viene lo mejor:
Si algún recluso no condenado por maltrato intenta “apuntarse al cursillo” (para así redimir condena) entonces el ‘comisariado político de género’ revisa su ficha. Si el aspirante, a su entender es inofensivo políticamente, se le admitirá en el “cursillo”, pues cuantos más firmen, más cobran ellas.
Por el contrario, si el aspirante posee adscripción a alguna ideología política, entonces no lo admiten en el “cursillo” ante la sospecha de que pueda tratarse de un “infiltrado” que intenta recabar pruebas sobre la realidad oculta del “cursillo” y la inutilidad absoluta de todo el tinglado.
Bien, después de narrar la picaresca a la que recurre el ‘comisariado político de género’, volvamos a las cifras:
  • Aproximadamente el 80% de los hombres denunciados por “violencia de género” son absueltos, o declarados inocentes. Esto desenmascara totalmente la estafa multimillonaria de la paranoia de la “violencia de género”, la chifladura demencial creada artificialmente mediante la inversión de ingentes cantidades de dinero público, en costosísimas campañas publicitarias en televisión, prensa, radio, internet, cine y hasta videojuegos que lejos de reducir las cifras de “mujeres muertas” no han hecho sino mantenerlas en un tono semejante año tras año, o aumentarlas ligeramente, tal vez debido a lo que llaman “efecto llamada”.
  • El porcentaje de hombres maltratadores es ridículo, casi anecdótico, menos del 0,15% de toda la población española masculina mayor de 14 años. Si, han leído bien, el porcentaje de “malvados machistas heteropatriarcales que maltratan a sus novias, esposas, compañeras” es inferior al 0,15 por ciento, es decir, que si dejamos de lado los psicodramas de la telebasura y nos ceñimos a los datos verificables resulta que por cada 600 hombres normales hay apenas un maltratador.
  • Y todavía hay más: no solamente el número de condenados por “maltratadores” con respecto a la población general es insignificante e irrisorio, y no olvidemos las denominadas sentencias de conformidad a las que hacíamos referencia anteriormente y que firman muchos hombres inocentes engañados por sus abogados, y mediante coacciones y amenazas diversas, sino que de los que son realmente “culpables” una gran cantidad son condenados por estupideces como llamar “gorda” a su mujer, o por tirarse un pedo delante de ella, o por no abandonar su puesto de trabajo para auxiliar a su esposa que cuando limpiaba descubrió una cucaracha en el dormitorio…
La industria del maltrato, no solamente ha conseguido que sus cómplices políticos cambien las leyes para implantar la presunción de culpabilidad de los varones, sino que además han tipificado como “violencia de género” o “maltrato machista” toda una ristra de estupideces sin pies ni cabeza, todo ello para engrosar como sea las estadísticas y que las subvenciones sigan fluyendo.
Incluso contando a los inocentes condenados y a los que lo son por estupideces el porcentaje de “maltratadores” con respecto a la población masculina total, dirán quienes esto lean que es realmente chocante, insisto: anecdótico… pero entonces ¿por qué nos insisten un día sí y el otro también, en que se trata de una “lacra”? Pues muy sencillo: la gente tiene una idea absolutamente distorsionada acerca del asunto, debido a que estamos condicionados, programados por el continuo machaque mediático al que nos llevan sometiendo durante décadas para que la gente instale en su mente la falacia de que la mayoría de los hombres son maltratadores, cuando la verdadera realidad es que el porcentaje de maltratadores es marginal y que las mujeres maltratan tanto o más que los varones, siendo ellas, las mujeres, las que ejercen la violencia contra menores y ancianos en la inmensa mayoría de los casos de malos tratos en el ámbito familiar no relacionados con la pareja.
En la última década, el tiempo que lleva aplicándose la perversa LVIOGEN, más de 1.500.000 de hombres han pasado por los juzgados acusados de “violencia de género”. Lo cual significa que anualmente se producen alrededor de 100.000 casos de denuncias por “violencia de género” -275 denuncias por día- 100.000 hombres que son acusados anualmente de ejercer violencia sobre sus novias, esposas o compañeras.
Si de los 100.000 entre el 70% y el 80% son absueltos, en torno a unos 30.000 hombres son declarados culpables de “violencia de género” cada año en España.
Si España posee alrededor de 46 millones de habitantes, eso implica que aproximadamente la mitad, 23 millones son de sexo masculino. Descartando a los menores de 14 años, podemos afirmar que son alrededor de 19 millones los varones españoles susceptibles de ser considerados “maltratadores”, por el simple hecho de haber nacido con pene.
Si de los 19 millones de hombres, aproximadamente 30.000 son condenados cada año por “violencia de género” eso nos da una tasa anual de “maltratadores” cercana al 0.15% que he mencionado anteriormente, todo esto sin tener en cuenta el porcentaje de inocentes condenados por falsas denuncias, que son sin lugar a dudas una cifra tremendamente desorbitada, si tenemos en cuenta las estimaciones de las diversas policías regionales, de la Guardia Civil y de la Policía Nacional.

Estamos hablando de una corrupción de tal magnitud que la “Gúrtel”, los ERE de Andalucía, y demás corruptelas son pecata minuta…


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