miércoles, 28 de septiembre de 2016

Los sindicatos mineros quieren tu dinero

Javier Jové sobre las reclamaciones violentas de los sindicatos mineros y su absoluto privilegio e injusticia para el resto de la sociedad. 
sindicatos mineros
Hemos visto recientemente cómo los sindicatos mineros llevaron a cabo un acto de fuerza ocupando el parlamento regional. Un acto de violencia y ocupación del edificio que alberga la institución política más importante de la provincia.
Un acto que, dada la impunidad de la que gozan los sindicatos en Asturias, les saldrá gratis aunque muy caro a los asturianos. Hay varias cosas que llaman la atención en ese asalto y la reivindicación de los sindicatos mineros: en primer lugar, debe ser la primera vez que los sindicatos actúan para defender el negocio de un empresario.
Segundo, resulta chocante que quienes supuestamente abanderan la causa ecologista defiendan una actividad extractiva tan nociva para el medio ambiente, los acuíferos y fracturador del subsuelo (fracking agresivo, frente al fracking inocuo del gas de esquisto).
Tercero, que esa violencia y la causa de los sindicatos mineros gocen todavía de la simpatía generalizada de amplios sectores de la sociedad asturiana. Hoy no vamos a centrarnos en las dos primeras paradojas, sino en la tercera ¿Cómo es posible que importantes sectores de la sociedad asturiana sigan viendo con simpatía la causa de los sindicatos mineros y sus reivindicaciones económicas?
El origen de la protesta es que el gobierno de la nación ha decidido dejar de subvencionar el carbón español, carbón de baja calidad y de precios desorbitados. Como consecuencia de ello, resulta más económico y rentable traerlo desde sitios tan dispares como Canadá, Indonesia, Sudáfrica e incluso Australia. Así que quienes quieren que produzcamos carbón español, lo que en realidad quieren es que paguemos por el carbón nacional más de lo que vale. Y eso, coincidirán conmigo, no es razonable.
En primer lugar, no es razonable porque pagar por el carbón más de lo que vale, equivale a que usted le encarezcan, por ejemplo, la factura de la luz. Porque dicho carbón es empleado básicamente para ser quemado en la producción eléctrica y si el carbón que se emplea es más caro, la energía que se genera con él será, por sentido común, más cara, y de hecho lo es. Porque aunque usted a lo mejor no lo sepa, el 5% de la factura de electricidad de su casa es debida a las ayudas a la extracción de carbón nacional.
Y yo me pregunto ¿Por qué motivo un jubilado tiene que destinar parte de su pensión a pagar el sueldo de los mineros?
¿Qué sentido tiene que un pensionista que cobra 600 euros tenga que sacrificar parte de su pensión para que unos pocos señores puedan cobrar 3.000?
Porque si tenemos que pagar por el carbón nacional más de lo que vale ¿por qué no deberíamos hacer lo mismo con el resto de los sectores productivos?
¿Qué es lo que hace que la minería deba ser un sector privilegiado?
¿Por qué motivo quienes ganan 1.000 euros han de pagar para que haya quienes ganen 3.000?
¿Por qué el resto de empresas cuando no son competitivas se ven en la necesidad de cerrar y las minas no?
Yo no he visto a obreros de la construcción asaltar el parlamento regional cuando sus empresas quebraron, ni veo justo que los camareros, peluqueros y cajeros de supermercado y demás mileuristas tengan que sacrificar una parte de su salario para que unos cuantos mineros puedan ganar 3.000.
Y ¿usted? ¿Lo ve normal?
¿Por qué hemos de seguir sosteniendo un sector que es inviable sin las ayudas del Estado, es decir, sin la ayuda de todos ustedes y la mía?
¿Qué sentido tiene seguir manteniendo una actividad que sabemos que no tiene futuro?
¿No sería mejor dar carpetazo de una vez por todas a la minería, que Asturias suelte esa rémora económica –pero sobre todo cultural­ y mire al futuro sin miedo, con ilusión y apueste por salir adelante creando un ecosistema de libertad económica capaz de generar riqueza y empleo?
Las sociedades que son capaces de pasar página y adaptarse a los nuevos tiempos, de innovar, de no mantener sectores obsoletos por razones sentimentales y que no se pliegan a la violencia y la coacción ejercida por quienes no quieren renunciar a sus privilegios caducos, son las que triunfan, las que prosperan.
Pasemos página de una vez porque ­aunque no lo confiesen­ los sindicatos mineros, lo que en realidad quieren, es tu dinero.

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