domingo, 24 de marzo de 2013

Vamos a pagar caro el impuesto a la banca (Política, Economía. 1.356)

Jorge Valín comenta algo bien cierto acerca del reciente impuesto a los depósitos o banca, comunicado por Montoro. Por supuesto, ni es recaudatorio, ni lo pagamos los depositantes, sino el banco. Y será temporal...

Claro, hay que ser hipócrita y mentiroso para afirmar eso y estúpido e inocente para creerselo:

Artículo de su blog personal:

"El ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, Cristóbal Montoro, ya ha anunciado un nuevo impuesto a la banca. Según sus palabras en un comunicado de prensa:
“Voy a aclarar el contenido de este impuesto puesto que existe una cierta confusión en los medios de comunicación: en primer lugar, en España no existe ni va a existir un impuesto sobre depositantes o ahorradores como el que se trata de implantar en Chipre; en segundo lugar, grava a las entidades bancarias en función de su volumen de depósitos”.
¡Ah, qué tranquilos nos quedamos! Esto me ha recordado el Revenue Act de Lincoln. En 1861 Estados Unidos pasaba un momento difícil. En abril de ese año estalló la guerra y el Gobierno necesitaba dinero. Mucho dinero. Lincoln lo gravó todo, pero no fue suficiente. Empezó a cartearse con personas notables y del Congreso para recaudar más dinero. Se le ocurrió instaurar un impuesto de la renta y al final lo consiguió. Gravó las rentas inferiores a 10.000 dólares con un 3%, y a las superiores con un 5% con una deducción de 600 dólares. Esos 600 dólares hoy día representarían unos 15.000 dólares. No eran unas rentas habituales en ese momento para el país. Europa consideraba a Estados Unidos un país subdesarrollado, y además en guerra.

Lincoln dijo que era un impuesto transitorio y que solo lo pagarían los ricos. En 1872 Estados Unidos obtuvo el mayor ingreso fiscal de su historia. No lo igualaría hasta bien entrado el siglo XX. Aquí en Europa el impuesto a la renta se introdujo a través de Reino Unido con William Pitt el Joven (fue primer ministro a los 24 años, por eso le llamaban “el joven”). A igual que Lincoln, el gobierno inglés dijo que el tributo era temporal y para los que más tenían. El impuesto solo era del 1%. El tributo se fue extendiendo por el continente europeo y al estallar la I Guerra Mundial casi todos los países del continente tenían su impuesto sobre la renta. Pero ya no era un impuesto transitorio. Tampoco era un impuesto que lo pagaban los ricos. Lo pagaban ricos y pobres. Actualmente, en España, el 80% de los ingresos de Hacienda por el impuesto a la renta proviene de la clase media (rentas de hasta 60.000 euros), no de los “ricos”. Solo el 0,8% de los ingresos de Hacienda provienen de personas que tienen rentas superiores a 600.000 euros.

Montoro ha hecho lo mismo que Lincoln y Pitt el Joven. Nos quiere engañar. A igual que el dirigente americano e inglés, necesita más dinero debido a la voracidad insaciable del Estado. Acude a la excepcionalidad de la situación para justificarse. A igual que Lincoln, ha encontrado un chivo expiatorio: los bancos, que son como los ricos. A igual que Lincoln y Pitt el Joven, nos dice que solo es un pequeño impuesto y que no lo va a pagar el pueblo llano. Pero los políticos mienten. Siempre. El “excepcional”, “limitado” y “transitorio” impuesto sobre la renta se ha convertido en el habitual, crónico y oneroso coste que pagamos a la Casta para mantener la compra de votos y favores políticos.

Los impuestos a las empresas no lo pagan éstas, los pagan sus clientes naturales. Los impuestos son un coste, y todo coste es repercutido al cliente. Si al Gobierno se le ocurre la genial idea de subir un impuesto a un sector atomizado (multitud de oferentes) habrá empresas que tal vez no lo acaben traspasando al cliente de golpe, ya que si lo hacen, y otra empresa de la competencia no lo transfiere, perderá clientes. Pero cuando el sector es un monopolio, las cosas no van así. Transferir costes a los clientes es más sencillo. Y la banca, como sector, es un monopolio de iure fortalecido por los gobiernos.

Montoro ha visto aquí una solución fantástica para aumentar el latrocinio gubernamental. Un impuesto a la banca es popular entre los estúpidos y analfabetos económicos (como la Tasa Tobin). Muchos creen que gravar a las grandes empresas es como una especie de justicia social sin darse cuenta que éstas, en realidad, no pagan nada. Lo hace su cliente. La banca tiene casi 1,5 billones de euros en depósitos de sus clientes. Si Montoro ve cuajar su idea entre la masa, puede hacer subir su “reducido” impuesto al 1%, al 2%… al 7%, al 8%… O a lo que le dé la gana. Cada punto porcentual equivale a unos 11.500 millones de euros de ingreso para el Estado. Sí que es cierto que ese dinero saldrá de la banca, pero no de sus beneficios ni margenes, sino de sus clientes, del ahorrador o de cualquiera que tenga una cuenta.

Y si pretendemos hacer alguna tontería más, como prohibir que la banca suba comisiones, entonces el Gobierno le transferirá más dinero “para re-rescatarla”. Subir impuestos, a cualquiera, siempre es una idea penosa. ¿Se alegra que pongan impuestos a la banca? A final de mes le pasarán la factura. Esto lo vamos a pagar, literalmente, todos."

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