domingo, 8 de abril de 2012

Lo que implica el despilfarro. (Política, Economía. 615)

En este artículo se hace un recorrido por todo el territorio nacional mostrándose el tremendo despilfarro público de los recursos, que cubren de por sí, las subidas fiscales al ciudadano, como la de 6.000 millones € realizada a principios de año, y que no supone otra cosa que pobreza a medio plazo, al tener unas infraestructuras mucho más caras, con un gasto muy superior al necesario y un coste de mantenimiento absolutamente insostenible, que supone vaciar las arcas públicas, y generar una deuda sin contraprestación económica para devolverla y un coste de la deuda que se comen los ingresos públicos de los impuestos. En consecuencia, más paro y más impuestos, y más destrucción del ahorro privado, lo que implica menos genéración de riqueza, y menos capacidad de devolver la deuda y de crecer:


"Lo peor del despilfarro: 30 obras públicas que han costado más de 6.000 millones
Sólo con 30 grandes obras públicas realizadas en los últimos años y que hoy en día están escandalosamente infrautilizadas o incluso abandonadas, distintas administraciones del estado se han gastado más de 6.000 millones de euros, justo lo que el Gobierno espera recaudar con la reciente y demoledora subida de impuestos.

Infraestructuras que es más agradable inaugurar que mantener, museos cuyo contenido trata de encontrarse tras gastar millones en el continente, tranvías muy sostenibles desde el punto de vista ambiental pero que generan agujeros presupuestarios insoportables...

Los hay de todos los colores, promovidos por todos los partidos y en todos los tipos de administración, en este reportaje nos hemos limitado a encontrar los ejemplos más llamativos hasta completar gasto por una cantidad que no puede ser más simbólica: esos 6.000 millones que la clase media va a ver alejarse de sus bolsillos.

El reino de los aeropuertos

España es, quizá, el país del mundo con más aeropuertos por habitante: el autonomismo, el regionalismo y las riadas de dinero público han permitido la construcción en los últimos años de hasta una decena de nuevos aeropuertos o ampliaciones de otros ya existentes.

En nuestro país podemos encontrar ya más de 50 aeropuertos: a los de esta lista de la propia Aena habría que sumar los de Ciudad Real, ya cerrado; el de Castellón, que no ha llegado a ponerse en marcha; y los de la Generalidad catalana. Alemania, con prácticamente el doble de la población que España y un nivel de riqueza mucho más alto, tiene 58 aeropuertos, pero sólo 41 de ellos están abiertos a pasajeros.

El más llamativo de los casos es, obviamente, el del Aeropuerto de Ciudad Real, actualmente ya cerrado tras una trayectoria poco menos que lamentable. La infraestructura se promovió como una iniciativa privada, pero en la práctica ha sido una de las principales causas del hundimiento de la Caja Castilla-La Mancha, que no sólo aportó directamente de sus cuentas unos 400 millones de euros sino que ofreció préstamos a los restantes inversores. El total de dinero dilapidado en esta infraestructura que ya ni está operativa ha sido, agárrense, de 1.100 millones de euros.

La segunda posición de este poco honroso ranking es para el Aeropuerto de Castellón, en comparación más barato que el de Ciudad Real pues "sólo" ha costado 150 millones de euros, pero al menos en aquel algunos aviones han despegado y aterrizado, algo que está por ver que ocurra en el de Castellón.

La faraónica obra liderada por la Diputación de Castellón es, en cualquier caso, un proyecto que siempre ha estado rodeado de dudas: hace ya años personas relevantes del sector turístico en la zona ponían en duda que la infraestructura realmente fuese a tener un efecto positivo en el turismo en la zona.

Por otro lado, los problemas económicos ahogan ahora a la infraestructura que no se sabe si llegará a funcionar, lo que no es de extrañar teniendo en cuenta los generosos contratos. Como colofón del esperpento, una escultura de 25 metros de altura inspirada en el gran impulsor del proyecto, Carlos Fabra, que ha costado 300.000 euros.

La nómina de aeropuertos deficitarios en los que han hecho inversiones multimillonarias es mucho más larga: en Lérida se han dilapidado 40 millones para un aeropuerto que en 2011 ha tenido poco más de 30.000 pasajeros; en Burgos se invirtieron (inauguración en 2008) unos 45 millones de euros para lo que hoy en día es considerado uno de los aeropuertos menos rentables de España. Otros ejemplos similares se pueden encontrar en Badajoz (actualmente sin vuelos), León, Huesca, Logroño...

La fiesta de los aeropuertos nos ha costado a los españoles unos 1.500 millones de euros y Aena está hoy en día en número más que rojos.

Palacios de Congresos, museos y circos

Los palacios de congresos han sido otro de los caprichos que los políticos se han dado a cuenta de nuestro dinero. Probablemente el caso más llamativo sea el de Madrid, donde ya se han gastado unos 190 millones en los sótanos y aparcamientos de un Centro Internacional de Convenciones y Congresos que ya se ha paralizado y que no se sabe cuando se seguirá construyendo.

El proyecto completaba el conjunto de las cuatro grandes torres construidas en los terrenos de la antigua ciudad deportiva del Real Madrid y se preveía un gasto de alrededor de 500 millones, todo cuando la ciudad tiene ya un imponente recinto ferial (el de IFEMA) más otro más modesto en la Casa de Campo y dos palacios de congresos: uno en la Castellana y otro junto a IFEMA.

Bastante llamativo ha resultado también el caso del Palacio de Congresos de Oviedo, si bien hay que reconocer que en la ciudad asturiana al menos las obras han terminado y el complejo está en marcha: un espectacular aunque polémico edificio de Santiago Calatrava.

Sin embargo, los 350 millones que ha costado, los problemas que ha sufrido durante su construcción, su difícil encaje arquitectónico dentro de la ciudad y, sobre todo, su imposible rentabilidad, lo hacen uno de los mejores ejemplos de despilfarro de los últimos años.

Pero si hablamos de despilfarros tenemos que volver a Madrid, la ciudad más endeudada de España y la peor gestionada según algunos estudios. No es de extrañar con proyectos como el nuevo ayuntamiento del que ha hecho bandera Gallardón y que ha supuesto a los madrileños unos 530 millones de euros, entre el edificio (para pagarlo se permutaron varias propiedades municipales) y la lujosa reforma posterior.

Gallardón y su equipo trataron de justificar la descomunal inversión por el centro de arte que está asociado a las instalaciones municipales, pero resulta un argumento difícil de tragar cuando esa zona de la capital está sobrada de equipamientos culturales y, además, la programación del Centro Centro está pasando más bien desapercibida.

La cultura también ha sido la excusa esgrimida para un descomunal gasto en Galicia: la Ciudad de la Cultura ideada por el recientemente fallecido Fraga ha supuesto un gasto de 400 millones de euros, y eso a pesar de que sus dos edificios principales (de un total de seis) están muy lejos de terminarse.

Debía ser un referente cultural para todo el mundo y se diseñó con unas magnitudes que habrían sido excesivas incluso para una gran capital europea. Ahora, la programación para llenar el mastodonte es prácticamente inexistente.

Y ya que hablamos de ciudades, no se pierdan la Ciudad del Circo en Alcorcón, un gasto de unos 120 millones (para una ciudad de 168.000 habitantes) que ha pasado por detalles tan grotescos como derribar una biblioteca cercana "porque molestaba".

Son los casos más llamativos pero no los únicos: palacios de congresos se han construido también en ciudades como Huesca en la que pese a tener sólo 50.000 habitantes se han gastado 30 millones. Entre los museos el Pablo Serrano de Zaragoza merece una mención especial y también encontramos artilugios que parecen llegar del espacio como la Cúpula del Milenio de Valladolid o las polémicas y carísimas (123 millones de euros) Setas de la Encarnación en Sevilla.

Tranvías y estaciones

Como ya reseñó un excelente reportaje en Libre Mercado, el despilfarro viaja en tranvía: el medio de transporte que se ha ganado la vitola de modernidad y sostenibilidad era una tentación demasiado fuerte para consejeros y alcaldes, que no han dudado en lanzar proyectos faraónicos y gastarse lo que no tenían sus ciudades para acceder al selecto club de ciudades o zonas con tranvía.

El caso más peculiar lo encontramos probablemente en una de las provincias más afectadas por la crisis y el paro de toda España: Cádiz, donde no uno sino dos proyectos que en conjunto se están llevado, agárrense, casi 400 millones de euros.

El primero de ellos es el Tranvía de Jerez, un proyecto de 168 millones (sin contar con los propios tranvías) para una ciudad de 200.000 habitantes. El despropósito es tal que el ayuntamiento de la ciudad ha pedido que en su lugar se invierta una cantidad mucho menor, 33 millones, en diferentes actuaciones sobre el transporte público. La Junta, desde la que se ha ideado y se finanza el proyecto, sigue empeñada en ponerlo en marcha.

El segundo es el Tranvía Metropolitano de la Bahía de Cádiz, pensado para unir varias ciudades de la zona y que costará unos 224 millones de euros de los que ya se ha licitado buena parte. Y eso a pesar de que durante varios kilómetros se usan las líneas férreas de Renfe, ya tendidas y en uso. El proyecto, como no, ya ha sido centro de algún escándalo de corrupción.

La misma cantidad, 400 millones, se está gastando en Zaragoza, ciudad que casualmente tuvo el último tranvía de España. Se trata de un presupuesto importante para una ciudad de menos de 700.000 habitantes: casi 600 euros por zaragozano y, por el momento, sólo tiene en marcha una línea con 12 kilómetros y 11 paradas.

Jaén es otro caso prototípico del despropósito tranviario de los últimos años: 120 millones gastados, problemas judiciales y una infraestructura que una vez terminada no se pone en marcha porque no se puede asumir el coste de su mantenimiento.

Una opción que parece mala pero que quizá no sea peor que lo ocurrido en Parla: allí y para ocho kilómetros de línea se han gastado 130 millones (la ciudad tiene 120.000 habitantes, es decir, se han ido más de 1.000 euros por parleño) y la deuda acumulada es tal que la empresa concesionaria dejó de prestar el servicio y el alcalde de la ciudad protagonizó un patético "encierro express" para tratar de pasar parte del sablazo a la Comunidad de Madrid.

Las estaciones han sido también una excelente excusa para el gasto, las de las nuevas líneas de AVE son un buen ejemplo: la de Utiel – Requena tiene un tráfico de unos 50 viajeros al día, pero costó 12 millones de euros. En la de Cuenca el tránsito de viajeros ha sido algo mayor, pero el coste es de casi el doble: 20 millones de euros de ‘inversión’ para una ciudad de 56.000 habitantes.

Claro, que eso no parece tanto si lo comparamos con una estación de metro que cueste casi 32 millones de euros. Y no es una hipótesis, eso es lo que ha ocurrido con la estación de Santa Rosa de Barcelona que además es parte de una línea, la L9, cuyo sobrecoste se estima en nada más y nada menos que 9.000 millones de euros.

El hospital de los 1.300 millones

Asturias nos ofrece otro de los casos más llamativos de despilfarro: el nuevo Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) que viene generando una polémica importante casi desde que se planteó el proyecto.

En primer lugar porque, llamativamente, se decidió sustituir completamente el actual centro hospitalario por uno de nueva construcción ubicado en la otra punta de Oviedo y, para más INRI este nuevo hospital tenía más de 200 camas menos que el anterior (se pasa de 1.263 a 1.039).

Pero lo peor ha llegado una vez iniciada la construcción: a un presupuesto inicial de 205 millones se le añadieron pronto dos partidas extra de 90 millones cada una. Después la construcción estuvo parada entre 2008 y 2009, el final de las obras pasó de estar prevista para finales de 2009 a esperarse durante este 2012 y el coste del proyecto se ha quedado en unos 1.300 millones... después de una reducción de unos 400 acometida por el ejecutivo autonómico de Álvarez Cascos.

Una forma de hacer las cosas

Lo peor de todo es que en este reportaje sólo hemos presentado algunos de los ejemplos más llamativos del despilfarro, sin entrar en ámbitos más polémicos como las líneas férreas (España es el segundo país del mundo con más líneas de alta velocidad), o las autopistas sin tráfico.

Pero a través de estas 30 obras o proyectos sí se puede vislumbrar con claridad cómo hemos gastado el dinero en un país que se ha creído rico... y ahora tiene deudas de millonario pero sigue siendo pobre.
Estos son los 30 proyectos que suman un coste de más de 6.000 millones (pueden verlos también en nuestra galería fotográfica donde encontrarán muchos más datos):

Proyecto Coste
Aeropuerto de Albacete 7,5
Aeropuerto de Badajoz 25
Aeropuerto de Burgos 45
Aeropuerto de Castellón-Costa del Azahar 150
Aeropuerto de Ciudad Real 1100
Aeropuerto de Huesca 40
Aeropuerto de León 29
Aeropuerto de Lérida-Alguaire 90
Aeropuerto de Logroño 18
Aeropuerto de Pamplona 44
Ayuntamiento de Madrid 530
Caja Mágica, Madrid 300
Centro Internacional de Convenciones de Madrid 191
Ciudad de la Cultura, Santiago de Compostela 400
Ciudad del Circo Alcorcón 120
Cúpula del Milenio, Valladolid 16
Estación de Metro de Santa Rosa, Barcelona 31,7
Estaciones del AVE en Cuenca y Requena - Utiel 32,4
Hospital Universitario de Asturias 1300
Museo Pablo Serrano 18,7
Palacio de Congresos de Huesca 30
Palacio de Congresos de Oviedo 350
Setas de la Encarnación 123
Tranvía de Jaén 120
Tranvía de Jerez 168
Tranvía de la Bahía de Cádiz 224
Tranvía de Parla 130
Tranvía de Sevilla 60
Tranvía de Vélez-Málaga 25
Tranvía de Zaragoza 400
TOTAL

Fuente: Libre Mercado

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